Vivianne
Séverine es otro de los nombres que me inventé para alejarme del aburrido siglo
en el que me ha tocado vivir. Ella fue una huérfana que cumplió la condena de
la decepción y el desamor en un orfanato feo y gris, como los de las películas,
llenándose las manos de esperanza y las pupilas de sueños. Fue una zorra de las calles, una ladrona
excelente y una amante que dejó mucho que desear. Jamás escribí su historia.
Aunque llegó a vivir en un Castillo de Naipes y una Ciudad de Cartón, nunca
tuve el valor necesario para contar cómo nació, creció y murió.
¿Y
yo? Yo también soy un pájaro atemporal, atrapada en una cárcel llamada siglo veintiuno. Aunque suelo escaparme
a menudo, al final siempre tengo que acabar regresando. He sido princesa de un
reino que se hundía, amante engañada que fue en busca de una mentira,
adolescente que se internó en una misión suicida y perdió lo que más quería,
jovencito cándido que cuidó de un corazón partido hasta verlo marchar,
bailarina empedernida con más revoluciones y futuro en el pecho que toda la
humanidad junta, empresario que estaba esperando a que lo reinventaran y
terminó peor que como había empezado… Actualmente soy cinco boxeadores
diferentes, un trastornado mental, una traficante de informaciones y una zorra
hecha de caos, incoherencia e inestabilidad. También soy un pájaro nazi,
ahogado por el sonido de la guerra. Y algún que otro proyecto más.
Siento
una predilección especial por las personas, las revoluciones y la mitología.
Quise ser astronauta y ser el detonante de la próxima supernova, pero me huelo
que me quedaré en tierra.
Me
reservo una parte de mí misma y a todos mis monstruos, porque ya va siendo hora
de que consigáis vuestros propios demonios, en vez de ir robando los infiernos
de los demás.
Sobra
decir que todas las explosiones de esta página son de mi propiedad y están protegidas
(¡qué irónico!) para que se os esfumen las malas ideas de la cabeza.
A
pesar de lo que pueda parecer, ¡soy muy amigable y casi no muerdo!
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